No hemos cambiado. Seguimos pensando en los estrechos límites de la vieja casuística.
Todavía tenemos el secreto deseo de establecer una necesaria relación causa y efecto.
Pensamos que el significado es el resultado de una “descodificación” cognitiva mas o menos lineal.
El anuncio se debe poder explicar. La relación entre producto y mensaje debe ser un vínculo necesario, reproducible.
La relación entre lo anunciado y lo dicho debería ser, según nuestras viejas asunciones, lógica y plausible.
Pero lo cierto es que el significado podría estar en el no significado. O tal vez el significado esta en añadirle un poco de thrill a una vulgar tableta de chocolate con leche.
El status, la condición de mito esta asociada en hacer aquello que no es predecible, lógico o convencional.
La sorpresa, la ruptura con lo mecánico y lo predecible nos sitúa o en el ridículo mas espantoso o cerca del séptimo cielo de lo mítico.
Los poetas, los visionarios no están sujetos al imperio de la lógica y de lo predecible. Cultivan un punto de admirada incomprensión y se atreven a deambular cerca del abismo del ridículo para recoger los brillos de lo inaprensible.
Lo que no se entiende o se admira o se desprecia.
Lo que no se comprende nos sitúa en nuevas orbitas, dicho cual ¿no merece la pena el riesgo de no ser comprendidos? ¿no rinde dividendos liberar la fuerza de la especulación, la sorpresa y un sentido como “que-pasa-aquí-que-no-puedo-aplicar-el-piloto-automático-intelectual?
Descubro esta pequeña joya de lo incompresible en el muy recomendable blog de Daniel Mejia titulado “Adstructure”. Entrad en él (http://danielmejia.wordpress.com/2007/09/03/is-the-message-death/ ) Y haz que un gorila tamborilero te urge las meninges
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