La solidaridad se ha convertido por una parte en una excelente oportunidad para transformar nuestro entorno, y por otro en una suculenta tentación.
Es indudable que existe un poderoso movimiento de solidaridad y responsabilidad.
También lo es que es fácil que esta corriente devenga en una pose.
Hasta es posible que se haga mercantilismo de ello.
Pero no es mi función juzgar. Sino exponer y reflexionar.
Y quiero someter a vuestro juicio el reciente “special issue” de la revista Vanity Fair.
Lo fundamental de esta iniciativa es no solo o tal vez más que su calado social especifico, su carácter innovativo.
Este especial issue es un evento editorial. De hecho es puro Editorial Marketing.
En primer lugar porque construye la iniciativa desde una realidad genética de la marca VF, que no es otra que su habilidad para exponer a los lectores a un entorno aspiracional y cuasi-mitificado.
Pero ahora esa exposición se realiza bajo circunstancias únicas.
Tales como que Bono de U2 sea Guest editor, o que la edición se dedique íntegramente a fines caritativos.
O que amplia representación de figuras mediáticas contribuya o participe en el proyecto.
También es interesante la habilidad de la revista para reflejar el potencial humano, intelectual y creativo del África moderna, planteando que más allá de los dramas hay una esperanza porque hay talento o inteligencia.
¿Es sincera toda la operación?
¿Realmente no hay cierto interés mediático en toda la operación, comenzando por la intervención de Bono?
Ciertamente los lectores de VF hubieran rechazado un abordaje posiblemente más dramático y crudo.
Y de ser así no se hubieran alcanzado los objetivos. Ni los cuantitativos, que no son los más importantes, ni los referidos a la creación de conciencia.
¿Qué hay de positivo?
Desde un punto de vista de Editorial Marketing, la revista ha quedado fortalecida. Fuertemente vinculada a una nueva realidad del star-system que sabe que en estos tiempos tiene que incorporar elementos de responsabilidad social en su discurso.
Pero el riesgo es muy alto.
¿Cómo y hasta donde mantener este momentum?
Diseñar 20 portadas diferentes, que constituirán objeto de culto seguramente, es una idea sexy y poderosa.
Absorber el carisma algo trastocado de Bono, también lo es.
El juicio es difícil.
Desde una perspectiva estrictamente profesional la revista ha cobrado momentum y ha demostrado que el contemporary glamour no puede estar exento de unas gotas de social responsability.
Pero quedan tambien un agri-dulce regusto, que despierta el temor que la operación cosmética soliviante más las conciencias.
Este ejercicio de conciencia amable y glamuroso es de absoluta y magistral factura, si. Pero me temo, revista en mano, que algo falla. Temo que se haya buscado una puesta en pagina que no trasgrediera las expectativas y el carácter de la marca.
Pero lo especial, ese inusitado gesto que crea la sensación de que nuestro interlocutor está más allá de los limites de lo predecible y de lo correcto.
Difíciles cuestiones. Que no incluyen el juicio moral, sino que se interrogan sobre la necesidad de juzgar lo saludable de alguna ruptura y alguna trasgresión
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